El intento de robo fue visto como una acción terrorista por el régimen de Pionyang. El resultado fue una condena por subversión y 15 años de prisión con trabajos forzados; incluso, Warmbier, tuvo que pedir perdón públicamente por la “ofensa”. Aunque se cree que ha sido más el hecho de ser estadounidense lo que le trajo las fatales consecuencias, teniendo en cuenta las sanciones que Estados Unidos y Naciones Unidas han impulsado contra el régimen de Kim Jong Un.
Hasta ahora, las reacciones por la absurda condena no se han hecho esperar. Phil Robertson, director de Human Rights Watch para Asia ha emitido un comunicado oficial en el que pide a Corea del Norte que reconozca el delito como lo que es, una falta menor, y que proceda a repatriar a Warmbier con una amonestación.
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