Existe un lugar en lo más profundo de la selva nicaragüense donde parece que el tiempo se detiene. Lejos de la sociedad y sus reglas, hay un hostal donde coinciden mochileros de todas partes del mundo dispuestos a sacudirse el peso de las reglas, de la moral y sus principios.
Cualquiera que llega entrega su vida a los placeres: orgías, cerveza de desayuno, comida y cena.
Conociendo sus antecedentes tras una breve visita, Rebecca Rütten, fotógrafa australiana, decidió capturar en una serie fotográfica llamada “Never-never land”, las manifestaciones de libertad de los huéspedes y las relaciones que mantienen entre ellos.
Rütten, se encontraba inicialmente emocionada por probar la paradisíaca vida, pero con el paso de los días fue convenciéndose de que lo que ahí pasaba era una mezcla de excesos. Entre líneas de Ritalin para despertar y pastillas de Valium para poder dormir, la artista experimentó un estado de embriaguez continuo, producido en parte por los juegos de bebidas que se dan diariamente como si fueran parte de un ritual y competencia a la vez.
Rütten llama al lugar “Never-never land” (al igual que su serie fotográfica), haciendo una analogía entre este sitio y la isla fantástica que imaginara J. M. Barrie en “Peter Pan”.
Como toda creación artística, la idea original de Rütten se vio rebasada y transformada en algo completamente distinto que terminó por plasmar de forma cruda el lado más humano, las debilidades y la decadencia.
“Lo que comenzó como un proyecto de libre pensamiento, se convirtió con el paso del tiempo en una alegoría de lo primitivo de la humanidad cuando ésta se deja a su suerte”, declaró la fotógrafa.
Su trabajo retrata la sociedad actual y cuestiona la idea romántica de mochilear durante un largo periodo en países en desarrollo.
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