La vida de las mujeres de Bangladesh que son llevadas a los burdeles para saldar las deudas de su familia

La fotógrafa alemana Sandra Hoyn retrata lo que sucede en los burdeles de Bangladesh, donde la prostitución es legal y las mujeres no tienen derechos. Ellas no llegan ahí por voluntad propia sino para saldar las deudas de su familia. Al momento de llegar al burdel se vuelven esclavas y no pueden hacer nada sin la autorización de ‘la madame’, su dueña.
Ellas no pueden negarse a sus clientes, ellas tienen que obedecer y complacer a los hombres. Cada día rezan y piden a Dios para que sea un buen día, para que esta vez la penetración no duela, para que los hombres que acudan no lleguen ebrios, que no las golpeen, no las embaracen, no las contagien con ladillas o algo peor.
Cuando una niña de entre 12 y 14 años llega al burdel la llaman “chicas en condiciones de servidumbre”, no poseen derechos ni libertad, pertenecen a la madame, tienen deudas y no pueden salir ni conservar su dinero. Solo al momento de pagar su deuda dejan de ser tratadas como esclavas, pero generalmente pasan 5 años o más antes de saldar su deuda y poder irse. A muchas de ellas sus familias las entregan y las olvidan. No los vuelven a ver más. Así que a pesar de pagar la deuda, la mayoría no conoce otro modo de vida, no tienen a dónde ir por lo que terminan quedándose en ese lugar para ofrecer sus servicios sexuales.
Dentro de las fronteras de Tangail, el Kandapara es el burdel más popular y antiguo, y el segundo más grande en todo el país. Este lugar existe desde hace unos 200 años y fue demolido en 2014, pero se estableció de nuevo porque las mujeres que trabajaban ahí no tenían otro lugar a dónde ir. La Asociación de Mujeres Abogadas de Bangladesh pudo convencer al Tribunal Supremo de que el desalojo de las prostitutas era un acto ilegal y ellas pudieron regresar al Kandapara.

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