26 junio 2016 21:24
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A los 37 años, la portuguesa Sandra, descubrió que estaba embarazada por segunda vez. Debido a sus antecedentes médicos, el embarazo de Sandra resultaba peligroso. Anteriormente ya había sufrido una grave neumonía, padecía problemas de corazón, había estado en coma y le habían extirpado un tumor de los riñones. Aun así, ella decidió correr el riesgo.
En febrero, tuvo una hemorragia cerebral que la dejó al borde de la muerte. El 20 de febrero declararon a Sandra oficialmente muerta, pero antes de que sucediera todo eso, Sandra sabía que tendría un niño, un niño al que ya no vería crecer en su vientre.
Fuente:
files.nolocreocdn.com
Lo normal es que tampoco hubiera esperanza para su bebé, pero lo que pasó nunca antes había sucedido en Portugal, y es muy poco común en el resto del mundo: Los signos vitales del bebé eran buenos. El corazón le latía fuerte y con normalidad.
Ante el milagroso panorama, los médicos decidieron enviar los resultados de las pruebas al Comité de Ética del Hospital de Lisboa. El Comité, junto con la familia de Sandra y la de Michael Angelo Faria (el padre del bebé) acordaron continuar con el embarazo para asegurar la viabilidad del feto.
Ante el milagroso panorama, los médicos decidieron enviar los resultados de las pruebas al Comité de Ética del Hospital de Lisboa. El Comité, junto con la familia de Sandra y la de Michael Angelo Faria (el padre del bebé) acordaron continuar con el embarazo para asegurar la viabilidad del feto.
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Toda la familia estuvo presente durante todo el proceso de gestación. Hicieron funcionar el cuerpo de Sandra mediante aparatos. Sandra estaba muerta, pero en su interior había otra vida.
Mantener las funciones del cuerpo de la madre por tanto tiempo así como la circulación uteroplacentaria fue un gran reto para el equipo médico de más de ochenta personas, que trabajó día y noche.
Mantener las funciones del cuerpo de la madre por tanto tiempo así como la circulación uteroplacentaria fue un gran reto para el equipo médico de más de ochenta personas, que trabajó día y noche.
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107 días más tarde ocurrió "el milagro": el bebé nació después de 32 semanas de gestación, con un peso de 2.300 gramos y unos signos vitales impresionantes para ser un bebé prematuro gestado en el útero de una madre fallecida.
Actualmente, el bebé goza de buena salud. Pero tras la cesárea, se desconectaron los aparatos que mantenían a Sandra con vida, y el cuerpo de esta fue entregado a sus familiares.
Lourenço Salvado es el hermoso nombre que eligieron para el bebé. Este pequeño nació de una madre guerrera, pues sabía de los peligros que enfrentaba, pero que con su muerte le dio la oportunidad de vivir.
Actualmente, el bebé goza de buena salud. Pero tras la cesárea, se desconectaron los aparatos que mantenían a Sandra con vida, y el cuerpo de esta fue entregado a sus familiares.
Lourenço Salvado es el hermoso nombre que eligieron para el bebé. Este pequeño nació de una madre guerrera, pues sabía de los peligros que enfrentaba, pero que con su muerte le dio la oportunidad de vivir.
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