Con el tiempo, la enfermedad de la niña fue empeorando, hasta que los médicos le dijeron a la atribulada madre que se resignara a esperar lo peor. El niño Demian fue su última esperanza, por lo que le pidió que la ayudara a concretar un sueño que ambos pequeños tenían desde los dos años de edad: ‘casarse’.
Él llegó portando una camisa, corbata y una enorme flor; mientras que a ella le colocaron un vestido con velo y, por supuesto, un ramo de novia.
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