Es terrible cuando seres indefensos se enfrentan a las garras de las personas que desean hacer el mal. En junio de este año, la mala fortuna le tocó a este simpático gatito cuando algún humano vertió ácido deliberadamente sobre su cabeza, haciendo que perdiera un ojo.
Este pequeño gato sin dueño vivía en los altos desiertos de California y solo quería comida y cariño. Tras el cruel ataque con ácido, tuvo que pasar días vagabundeando muerto de dolor hasta que una mujer con un corazón bondadoso lo encontró en su porche y lo llevó inmediatamente al veterinario. Pero eso solo era el inicio de los sufrimientos de este gatito...
Aparentemente, el veterinario no sabía lo que hacía. Le dio antibióticos al gato, le hizo la prueba del sida felino y sugirió sacrificarlo. La mujer no quedó convencida con su veredicto, por lo que contactó con el santuario Milo, especializado en dar una segunda oportunidad en la vida a los gatos con discapacidades físicas, ancianos, enfermos terminales, o maltratados y necesitados de alguien que los cuide y los entienda, pero sobre todo, que los ame.
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