Cuando nació mi primer hijo, los cambios en mi cuerpo me pillaron por sorpresa. No era solo el aumento de peso, eran las hormonas, las emociones y la fatiga. Me sentía como apenas lograra sobrevivir, y pensé que seguro que otras mujeres también se han sentido así.
Tras el parto, hay mucha presión para volver a entrar en los vaqueros, pero la apariencia física es solo una parte de la historia. Así que, cuando nació mi segundo hijo, decidí documentar la bella pero también brutal verdad sobre esos primeros días y hasta las 14 semanas después.
También escribí sobre mi realidad diaria con un niño pequeño y un recién nacido. Comparto todo esto con la esperanza de poder enseñarle a alguna madre que lo que experimenta es normal y que no está sola.
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