Siempre me han gustado los caballos, no puedo imaginar un solo día sin estos magníficos animales. Cuando me gradué, llegó la hora de decidir qué hacer con mi vida, y solo estaba segura de una cosa: quería hacer algo que me llenara el corazón y el alma en vez trabajar aburrida en una oficina para ganarme la vida. Así que combiné mi pasión por los caballos y mi deseo creativo y me hice fotógrafa equina.
Tardé 3 años en convertirme oficialmente en fotógrafa certificada antes de arriesgarme a emprender. Quería que la gente mirara las fotos una y otra vez. En el estudio es como mejor muestro la gracia y belleza de los caballos, aunque a veces tardo 2 o 3 días en poder sacar la foto que quiero. Siempre hay que encontrar una manera de comunicar al caballo lo que quieres que haga, y cada uno tiene su propio carácter y actitud. El postprocesado de una sola foto puede llevarme hasta 20 horas.
En la actualidad tengo 24 años y mis fotos aparecen en revistas, libros, galerías y televisión. Este año he conseguido publicar mi tercer libro sobre fotografía de caballos. Realmente he conseguido vivir mi pasión.
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