La magia hizo posible que viajar se volviera su estilo de vida

En julio de 2009, Aldana le propuso que lo hicieran: “¿Si no lo hacemos ahora, cuándo?”. Así que comenzaron a hacer una lista de todo lo que les gustaría hacer, en la lista estaba: viajar, escribir, tomar fotos y hacer magia.
Comenzaron su aventura con planes ya programados como la boda de unos amigos en Holanda, hicieron la ruta Transiberiana antes de que terminara el verano y pasaron fin de año en Asia. Al cabo de un año concretaron esos pocos objetivos y algo más.

En Río de Janeiro se alojaron en la casa de su amigo Luis que conocieron en Guatemala. Un día, su amigo los llevó a una localidad llamada Timóteo, para conocer a su familia, y desde allí, la madre de Luis los condujo a un pueblo rural llamado Antonio Díaz en el que Dino hizo magia para todos los niños, fue allí que descubrió lo que quería y lo que le permitiría la gran aventura.

Fue en ese viaje que resolvieron el problema de cómo viajar y poder costearlo. La magia no solo sería su herramienta de financiamiento, sino una vía inmejorable de conexión con el otro. Y así nació su proyecto. Así comenzó su viaje de un año y medio por Europa, Asia y América, donde costearon los gastos con la magia que hacían en bares, hoteles y otros lugares en los que tenían oportunidad; y con trabajos freelance que hacía Aldana. Así llevaron adelante un proyecto social y mágico que sería declarado tiempo después de interés educativo y cultural. Luego, lo extendieron a África, para hacer realidad el sueño de llevar la magia a todos los rincones del mundo. También les motivaba la felicidad que transmitían a la gente.

El proyecto de Aldana y Dino consiste en hacer magia en escuelas rurales y lugares como hospitales, orfanatos u hogares con bebés pequeños con el objetivo de generarles muchas sonrisas y hacerles pasar un momento divertido e inolvidable. También se presentan con una charla y una muestra de fotografías con el objetivo de transmitir las culturas que conocen. También escribieron el libro “Magia es viajar” que se volvió otra fuente de financiamiento.

Después de su primer gran viaje decidieron tener un hijo para que se uniera a sus aventuras, aunque esto se volvió todo un reto.
Dino lo describe así: “Tahiel es un chico que se adapta a todo, nosotros tuvimos que hacer un gran esfuerzo para darnos cuenta de que ya no podíamos seguir viajando de la misma manera que antes. Él disfrutó mucho de los siete meses de viaje por Europa porque era feliz en cualquier lugar, pero para nosotros fue agotador y nos costó mucho hacer el clic y entender que ya no íbamos a poder hacer lo mismo. Claro que estamos hablando de un tipo de viaje atípico, no siempre es así. La que más lo sufrió fue Aldana, porque muchas cosas de las que ella hacía, como caminar tranquila sacando fotos, escribir o leer durante horas o entrevistar a las personas que nos cruzábamos en el camino, en ese viaje no lo pudo hacer”.

Las cosas cambiaron pero ellos están felices de esa decisión. Saben que tener un bebé genera un gran cambio. “Incorporar una personita a tu vida es hermoso y agotador”, dice Dino.
Este año, Aldana y Dino decidieron quedarse en Buenos Aires para que su hijo acuda al Jardín de Niños y pueda pasar tiempo con la familia de ambos. Harán viajes cortos a Argentina para seguir trabajando en su proyecto, después, será la misma vida la que los lleve a donde deben estar, argumentan.