A muchos nos les gustan los cuervos pues piensan que atraen la mala suerte y los creen maléficos, pero la inocencia de una niña no se fija en mitos, es por ello que Gabi Mann los alimenta desde hace 4 años.
La idea de empezar a darles de comer fue accidental, ya que todo empezó cuando accidentalmente hizo caer un pedazo de pan y un cuervo hambriento se acercó para cogerlo. La pequeña observó que otros cuervos se quedaron mirándola esperando que también les diera de comer.
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