El horror de Dyatlov: La misteriosa muerte de nueve personas que nadie ha podido explicar

El joven Igor Dyatlov, de tan solo 23 años, era el líder de un grupo integrado por estudiantes del Instituto Politécnico de los Urales de Ekaterimburgo que buscaban explorar el pico Otorten en el norte de la cordillera.
Las condiciones climatológicas no eran las adecuadas para una expedición, pero como se trataba de expedicionarios experimentados, decidieron seguir con el plan.

El día 27 llegaron a Vizhai, último pueblo antes de emprender la marcha a pie por las montañas. Pero por un golpe del destino, fue el fin del viaje para Yudi Yudin, de 21 años, ya que se enfermó de disentería y no pudo continuar.

El día 2 de febrero, tras equivocarse en la ruta, el grupo de 9 montó el campamento en una ladera de la montaña Kholat Syakhl (‘Montaña de la muerte’, en lengua local). El inminente anochecer y el deseo de no perder camino descendiendo para fijar la base en un lugar más seguro hizo que Dyatlov tomase esa fatal decisión. A partir de ahí todo deja de tener explicación racional...

Supuestamente, el grupo tenía previsto escribir un telegrama el 12 de febrero para informar de que ya habían terminado su viaje, por lo que el 20 de febrero, la creciente alarma por la falta de noticias se convirtió en un dispositivo de búsqueda. El campamento fue encontrado el día 26. Y con él el primer misterio.
Las tiendas de campaña estaban rajadas desde dentro. De ellas salían huellas ladera abajo. Pero eran huellas de pies descalzos o en todo caso con calcetines. Dentro de las tiendas, estaban todas las pertenencias del grupo. Las huellas se dirigían a un bosque cercano.

Al pie de un pino, aparecieron los primeros dos cadáveres, en ropa interior, bocabajo, cubiertos de nieve y cerca de una fogata. Tenían las manos en carne viva. Habían intentado en vano trepar aquel gran árbol. ¿De qué o de quién se protegían?
Otros tres cuerpos, uno de ellos el de Dyatlov, fueron encontrados en las inmediaciones. No presentaban heridas, pero sus posturas evidenciaban que estaban tratando de volver al campamento. Parecían que trataban de huir de algo.

Faltaban cuatro cuerpos. Tuvieron que pasar dos meses para encontrarlos. El hallazgo incrementó el desasosiego. Los encontraron completamente cubiertos de nieve, estaban vestidos… con las ropas de los primeros cadáveres localizados.
Había cráneos fracturados, costillas rotas y a una de las chicas, Ludmila Dubinina, le faltaba la lengua y los ojos. Además de eso, no tenían signos de violencia externos.

Las autopsias de los primeros cuerpos hablaban de muerte por hipotermia a -30º. Pero, ¿y en el caso de los cuatro nuevos cadáveres? El forense comparó sus traumas internos con los producidos por un accidente de coche a gran velocidad, invalidando así un presunto ataque de otros humanos.

En sus ropas había restos de radioactividad. Los familiares denunciaron que su piel era de un extraño tono marrón. Para terminar de añadir enigmas al caso, un grupo de montañeros a solo 50 kilómetros de allí dijo haber visto extrañas luces en el cielo durante aquellos días.
Algunos trozos de metal encontrados en la zona y la propia radioactividad de las ropas dieron pie a la hipótesis de que el ejército soviético estuviera probando algún arma nuclear en la zona. El caso, bajo la premisa de que no existía móvil ni culpable de las muertes, acabó archivado y rodeado de secretismo.

El oficial de policía Lev Ivanov reconoció décadas después que la investigación que dirigió no tenía una explicación racional para el incidente ocurrido en el desde entonces conocido como paso Dyatlov en honor al guía.
Mientras la Fundación Dyatlov presiona al gobierno ruso para que reabra las pesquisas, las hipótesis de lo ocurrido han sido varias.

La explicación de la muerte por hipotermia se basa —recordemos que algunos cadáveres estaban semidesnudos— en el fenómeno del desnudo paradójico.
Cuando deja de llegar sangre a los músculos, estos acaban por relajarse. Al dilatarse los vasos sanguíneos, la sangre pasa, caliente, hasta las extremidades donde hasta ese momento no ha podido llegar. La persona víctima de hipotermia sufre así una repentina subida de calor ante la que algunas optan por desnudarse.

Una avalancha sobre el campamento en la ladera de la montaña ha sido también manejada como causa. Sin embargo, ni hubo evidencias meteorológicas de que se hubiera producido ni los primeros cuerpos estaban enterrados más que bajo una fina capa de nieve. Los especialistas coinciden en que ni la zona corre riesgo de avalanchas ni un experimentado Dyatlov hubiera acampado bajo ese peligro.
Por su parte, las luces avistadas por testigos y los cuerpos fuertemente traumatizados en su interior alimentan las teorías extraterrestres. La radioactividad, como hemos visto, fundamenta la posibilidad de un territorio de maniobras secretas del ejército, pero no explicaría los desnudos ni los golpes internos.

No faltan quienes han querido ver la brutal acción de un Yeti soviético o los efectos demoledores en cuanto al pánico generado por un infrasonido creado por el viento en esa zona montañosa.

La última foto encontrada en la cámara de Dyatlov tampoco contribuye a la cordura.

Pero ahora, el paso de Dyatlov ha vuelto a revivir su leyenda negra con el descubrimiento de un cadáver por parte de unos turistas hace unos días.
¿Qué ocurrió en aquel punto de los Urales? Han pasado casi 57 años y todavía no lo sabemos. No hubo sobrevivientes. Ni los 9 jóvenes pudieron escapar de la muerte, ni el resto del mundo ha podido descifrar el misterio de lo que les ocurrió.
El historiador de misiles soviéticos, Alexander Zeleznyakov realizó varias investigaciones, pero no encontró registro de ningún lanzamiento durante esa fecha.
Sin embargo el 2 de febrero de 2008, un grupo de 6 socorristas y más de 30 expertos se reunieron en el lugar para examinar los hechos y encontrar respuestas. Tras investigar el sitio concluyeron que las muertes fueron causadas accidentalmente por pruebas militares ya que encontraron varios restos metálicos que podrían pertenecer a algún tipo de misil. A pesar de ello, esta teoría no se ha confirmado al 100% y todavía hoy en día hay hallazgos que no encajan con ninguna teoría presentada.

Yuri Yudin, aquel chico al que una disentería le apartó de la expedición y a la vez le salvó la vida, murió hace apenas tres años sin olvidarlo.
Poco antes de dejarnos, dejó claro su deseo: “Si pudiera hacerle una pregunta a Dios, sería ¿qué les pasó realmente a mis amigos aquella noche?”.