El sexo y el arte tiene su propio mercado, es por ello que el pintor americano John Currin se ha convertido en el enfant terrible (niño terrible) de la escena artística contemporánea, ya que combina el acercamiento sexual y pornográfico contemporáneo con influencias de las pinturas al óleo del Renacimiento del norte de Europa de los siglos XXVI y XXVI.
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