Sí existe una casa feliz, llena de color y caras sonrientes. Eso se lo debemos a James Rizzi, quien fue un artista plástico y exponente del arte pop, muy conocido por sus obras coloridas.
El difunto artista americano fue el responsable de haber vuelto a Brunswick (en alemán Braunschweig), una ciudad antigua y sobria, en uno de los pueblos más coloridos de Alemania con la edificación de un palacio del arte moderno. Por ello es considera la casa más feliz del mundo.
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