Aclarado lo anterior, ahora hablemos de dónde tocar…
Es verdad que el cuerpo masculino tiene diversas zonas erógenas que al ser estimuladas resultan muy placenteras. Algunas de ellas son:
1. Tres puntos especiales: rostro, tórax y órganos sexuales pélvicos externos.
2. Pene: Es la zona en la que mayormente se concentra el placer y, por ende, se siente con mayor intensidad. La región con mayores terminaciones nerviosas es el glande (cabeza del pene), así como el frenillo. De manera que reacciona con rapidez a la mínima estimulación.
3. Escroto (bolsa donde están contenidos los testículos): Son en extremo sensibles. Sin embargo, a muchos hombres les encanta ser acariciados en esta zona. Al igual, durante el sexo oral, se le puede prestar especial atención con los labios y la lengua. Es importante tratar con cuidado el escroto, dado que es delicado y un mal movimiento puede causar dolor.
4. Perineo: Está ubicado entre el pene y el ano. Estimular esta zona mediante masajes, caricias y sexo oral puede provocar la erección y, en ocasiones, un orgasmo intenso.
5. Punto P: Se refiere a la próstata, por ello su nombre. Se localiza en la parte interior del recto, encima de perineo y debajo de la vejiga. Se estimula de manera interna (directamente en la próstata a través del ano). Se pueden utilizar los dedos o ayudas sexuales. Toma en cuenta que el ano es un esfínter, por lo que no es recomendable que la estimulación sea directa, sin una excitación previa. Para empezar, es primordial relajarse y lograr que se dilate poco a poco la zona con movimientos circulares. Es importante utilizar lubricante y condón en el dedo que se va a introducir. Nunca se debe forzar porque puede provocar un desgarre severo. Estimular el punto P durante el coito vaginal (misionero) o el sexo oral (digamos un 69), incrementa el placer.
Si bien es cierto que estimular las zonas mencionadas anteriormente resultará placentero, también lo es el hecho de que el encuentro se vuelve enriquecedor cuando existe un vínculo con la otra persona. No nos responsabilicemos por el placer del otro, pero compartámoslo, conozcámoslo, escuchémoslo, seamos observadores, estemos pendientes de sus reacciones ante ciertos estímulos para saber si vamos por buen camino, y así disfrutar en conjunto de esta experiencia.
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