Un día tuvimos que jugar en su cuarto porque estaba lloviendo. Me imagino que fuimos muy ruidosos porque la madre sacó a mi amiga de la habitación y dio un portazo.
Bajé las escaleras y entré en la cocina para ver que ocurría. Me quede en shock al ver a mi amiga tirada sobre una silla siendo golpeada con una palo por su padre, tenía marcas de sangre por toda la espalda y las piernas.
Mis padres nunca nos pegaron ni a mis hermanos ni a mí. Me quedé totalmente paralizado en ese momento…
Mis padres nunca nos pegaron ni a mis hermanos ni a mí. Me quedé totalmente paralizado. No sabía que hacer en esa situación. Rápidamente volví a la habitación de arriba y llamé al 911 como te dicen que hagas en casos de emergencias.
Le dije al teleoperador lo que estaba ocurriendo. Poco tiempo después llegó una patrulla de policía a la casa. Después de eso, los servicios sociales comenzaron a visitar la casa regularmente.
Nunca me permitieron volver a esa casa, mis padres tuvieron que contratar a una niñera para que me cuidara después de salir de la escuela.
Veinte años después estoy muy orgulloso de lo que hice. Ningún niño debería de sufrir ningún ataque de violencia.”
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