Los niños son muy traviesos y algunas de estas travesuras los mandan al hospital, no siempre por algo grave, y generalmente muchos acuden por tragarse algo que los padres no pueden sacar o que se cree les podría hacer daño si lo digieren. Un caso similar ocurrió con Anthony, un niño de 9 años, que asombró a los médicos tras comerse el silbato del muñeco de goma de su perro. Esto ocasionó que cada vez que el niño hablaba o respiraba, el silbato sonaba dentro de su cuerpo.
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