Pero, ¿quién podía sospechar de su fortuna? Nadie, porque su vida nunca fue extravagante. Ni siquuera salía de viaje. Era un cinéfilo apasionado, de 1979 a 1997 miró más de 22 mil videos. Luego se enfocó en los libros. Leyó en orden cronológico, cada libro publicado en los EE. UU., de 1930 a 1940, excluyendo los libros de niños, libros de texto, de cocina y de tecnología. Cuando murió, había alcanzado hasta 1938, el año de su nacimiento.
Además de ser un hombre muy culto, se tomaba el tiempo para conversar con los estudiantes y estaba muy comprometido con los trabajadores de la librería.
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