Perder a un hijo no debe ser nada fácil, es algo tan terrible que puede llegar a destruir la fe de la familia, incluso separarla.
En su segundo cumpleaños, la pequeña Poppy Smith sufrió de hipoxia cerebral, que es cuando al cerebro no llega una suficiente cantidad de oxígeno; los doctores le dijeron a la familia que eran muy pocas las posibilidades de que sobreviviera y que, si acaso lograba sobrevivir, sufriría graves problemas de desarrollo cognitivo. Hoy sin embargo, un poco más de dos meses después de aquel pronóstico, ella gateo y parlotea más que nunca dejando a la familia y a los doctores asombrados.
A decir de Stephen Smith, el padre de la pequeña, todo se debe a un momento muy especial entre la pequeña Poppy y su hermana mayor Macy, de doce años de edad:
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